Son libertadores, no criminales”, clamaron miles de gargantas en Tirana el 17 de octubre. Manifestantes de todos los territorios balcánicos poblados por albaneses étnicos, y de la diáspora europea y estadounidense, de Ginebra a Nueva York, se concentraron en la plaza de Skanderbeg, centro neurálgico de la capital, para reclamar la libertad de los cuatro exdirigentes del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK, en sus siglas en albanés) procesados por crímenes de guerra y contra la humanidad por las Cámaras Especiales de Kosovo, un tribunal internacional con sede en La Haya, donde están encarcelados desde hace cinco años. Entre los acusados, Hashim Thaçi, uno de los fundadores del UÇK y primer presidente del Kosovo independiente.

Desde hacía días, caravanas de automóviles que hacían sonar el

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