Colgado en un helicóptero, sostenido por un arnés que se balanceaba sobre el vacío, Néstor Marino Sarria, voluntario de la Cruz Roja, ayudó a rescatar de entre el barro aún caliente a 376 sobrevivientes de la tragedia de Armero.
– Los pilotos de la Fuerza Aérea nos sostenían en el aire mientras hacíamos la maniobra. Yo tenía un arnés del que, a su vez, colgaban otros cuatro arneses para amarrar a los sobrevivientes. Con mis compañeros nos pusimos de acuerdo: cada que nos acercábamos a una persona enterrada en el barro, la levantábamos desde el aire y, si salía completa, la atábamos al arnés. Si no salía completa, no podíamos hacer nada porque por la fuerza del helicóptero al elevarse la podía partir. Mis pesadillas no eran las personas que rescaté: eran las caras de quienes se quedab

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