Desde enero, los quirófanos de Washington DC se han llenado de pacientes con ambiciones dignas de Palm Beach. Insiders de Trump llegan con listas de pedidos: labios más carnosos, pómulos elevados y Botox a raudales, todos buscando el icónico “Mar‑a‑Lago Face”. Lo que antes era discreción en la capital ahora es lujo ruidoso en la cara, y los cirujanos locales se encuentran atrapados entre la ostentación y la seguridad facial.
De la discreción al todo se nota
DC siempre ha sido una ciudad de estética sutil. “La gente quiere verse bien, pero sin que se note que se hizo algo”, explicó Troy Pittman, cirujano plástico que atiende a varios allegados del expresidente. Pero eso cambió con la llegada del Team Trump 2.0: “Ahora vemos personas que quieren que se note que se hicieron algo”, confesó P

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