Carlos Mazón tiene el mérito de superar en miseria al Carlos Mazón del día anterior. Alguien podría haber entendido que una vez dimitido, y habiéndose presentado en una comisión de investigación hecha a su medida para no tener que quedar en evidencia, podría haber hecho un acto de constricción tras el dolor desgarrado por las víctimas en el funeral de Estado y haber usado la comparecencia para no echar más sal en su herida.
La comparecencia fue un insulto. Una mano abierta a las víctimas que es una bofetada, como diría el portavoz del PSOE con acierto y finura. Su intervención no ha podido contar con la presencia de las víctimas porque los únicos seis asientos para invitados estaban copados por los seis asesores que le han escrito un texto en el que no ha contestado una sola de las pregun

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