“La noche vino a sepultar el valle; rompió el silencio la borrasca cruenta; en el poblado no quedó una calle; poco escapó a la voraz tormenta”.

— Carlos Zuluaga, Armero muere

El 13 de noviembre de 1985, Colombia se estremeció ante una de las tragedias más devastadoras de su historia. Aquella noche, el silencio de la cordillera se rompió con un rugido ancestral. A 5.321 metros de altura, el Nevado del Ruiz —con su cumbre nevada y su memoria dormida— despertó de un letargo de casi siete décadas. En cuestión de minutos, una avalancha de lodo, agua y piedras descendió desde las faldas del volcán, arrasando con todo a su paso.

A las 11:30 de la noche, Armero —un pueblo alrededor de 31.000 habitantes en el norte del Tolima— desapareció del mapa. La oscuridad fue total, el cielo se fundió con

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