Las deportaciones masivas en Trinidad y Tobago se convirtieron en una amenaza real para los venezolanos. Algunos viven con ansiedad.

Julie Ramírez huyó de Venezuela en 2016 y creyó encontrar refugio en Trinidad y Tobago.

Casi una década después, esta mujer de setenta años vive aterrada ante las posibles deportaciones masivas de venezolanos que el gobierno analiza implementar.

La ansiedad se ha apoderado de la comunidad migrante venezolana en todo Trinidad y Tobago, tras el aumento de controles migratorios.

Ramírez, solicitante de asilo que trabaja como cuidadora, confiesó a EFE que el miedo es constante.

Esa zozobra la comparte Marannys Guerra:

«Temo perder todo lo que he construido», dice esta venezolana que administra un bar en el sur de Trinidad y tiene un pequeño salón de belleza

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