Por: Pablo Emilio Obando A.

La reciente carta enviada por la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) al gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar Jaramillo, no solo representa un acto de defensa del periodismo, sino un llamado de alerta institucional sobre el deterioro del discurso público y el preocupante desconocimiento de normas básicas por parte de quienes hoy ostentan el poder.

La FLIP fue clara: “Sus funciones como gobernador no incluyen emitir juicios sobre quién hace buen o mal periodismo”, y advirtió que tales declaraciones “no constituyan formas de injerencia directa o indirecta o presión lesiva en los derechos de quienes pretenden contribuir a la deliberación pública”. Más contundente, imposible.

Pero el fondo del asunto es aún más grave. El gobernador cuestionó el uso d

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