La exintegrante de los poscomunistas de Die Linke anuncia que seguirá dentro del partido al que dio nombre mientras crecen las voces que denuncian tendencias autoritarias
El cordón sanitario a la ultraderecha se tambalea en Alemania en pleno auge en las encuestas
De agitar el tablero electoral de Alemania a temer por su futuro. Esa ha sido la evolución de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW, en sus siglas en alemán), un partido fundado en octubre de 2023 por la exintegrante de los poscomunistas de Die Linke y una de figuras más carismáticas y polarizadoras de la política alemana. Dos años después, BSW lucha por sobrevivir.
Wagenknecht anunció el pasado lunes en rueda de prensa que abandona la presidencia del partido. Aunque seguirá militando y formando parte de su directiva, la renuncia al liderazgo de una formación que lleva su nombre genera la sensación de que sin ella al frente, los días de BSW están contados. La hasta ahora vicepresidenta, Amira Mohamed Ali, y el eurodiputado de BSW y también exmiembro de Die Linke Fabio de Masi sucederán a Wagenknecht como tándem presidencial.
Las cosas han ido extremadamente rápidas para el partido más joven del país con presencia parlamentaria. Hace poco más de un año, en septiembre de 2024, la formación de Wagenknecht obtuvo unos resultados excepcionales en las elecciones regionales germanoorientales de Turingia y Sajonia. En ambos estados fue tercera fuerza con más del 15 y del 11% de los votos, respectivamente. En Turingia, incluso entró en un gobierno de coalición con los conservadores de la CDU y los socialdemócratas del SPD, una fórmula para evitar que la gobernabilidad del estado federado dependiese de la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD).
Pocos meses después, en las elecciones del estado de Brandeburgo, BSW volvió a ser tercera fuerza con más del 12% de los sufragios. Al igual que en Turingia, se convirtió en un actor clave para la gobernabilidad de la región que rodea Berlín y acabó coaligando con los socialdemócratas en un Ejecutivo que ahora está sumido en una crisis. Cuatro diputados de BSW en Brandeburgo han abandonado el partido denunciando tendencias autoritarias en la formación. Ello pone en peligro el futuro de la coalición de Gobierno del länder y también la cohesión del partido de Wagenknecht.
Izquierda conservadora
A la postre, los resultados de esas tres elecciones regionales en el este de Alemania, con los grandes registros de BSW, desembocaron en el estallido de la Coalición Semáforo de Olaf Scholz. La consecuente convocatoria anticipada de elecciones federales parecía dar la razón a Wagenknecht sobre la existencia de un espacio electoral sólido en Alemania que combina una política económica y social de izquierdas con posiciones migratorias restrictivas y una oposición frontal al rearme frente a Rusia.
Ese perfil, que rompía el eje “conservadorismo-progresismo” tradicional desde una izquierda conservadora, parecía la fórmula perfecta para entrar en el parlamento federal en las elecciones anticipadas del pasado febrero.
Pero para sorpresa de la mayoría, Die Linke consiguió remontar durante las últimas semanas de campaña con una efectiva estrategia digital y gracias a figuras políticas jóvenes. Los poscomunistas rozaron el 9% de los votos, mientras que BSW se quedó a pocas décimas del umbral del 5% que permite tener representación en el Bundestag. Ahí comenzaron los problemas para el partido, que todavía hoy lucha a la desesperada por un recuento de los votos que le permita entrar en el parlamento federal. BSW incluso amenaza con llevar el caso ante el Tribunal Constitucional si la Junta Electoral rechaza el recuento.
Cinco retos para sobrevivir
Con la renuncia de Wagenknecht, BSW entra en una crisis existencial y se enfrenta a varios retos. Como explicó a la agencia DPA alemana el politólogo Jan Philipp Thomeczek, cinco son los peligros que acechan la existencia del partido. En primer lugar, el principal valor político de BSW, Sarah Wagenknecht, sale de la primera línea política. Si hasta ahora ella era la imagen y el principal gancho electoral, a partir de ahora el partido tendrá que construir otro liderazgo.
Otro escollo es que Wagenknecht no abandona del todo el partido. Ya ha anunciado que quiere presidir una “comisión de valores” y seguir formando parte del comité ejecutivo. Conociendo los precedentes de una figura con cientos de miles de fieles seguidores, con su nuevo rol se podría convertir en un verso libre y una voz incómoda con la nueva presidencia si comienza a mostrar críticas en público, como ya hizo con su expartido cuando todavía era diputada de Die Linke.
El riesgo de convertirse en un partido extraparlamentario podría generar una estampida de diputados y militantes de BSW
En tercer lugar, las tensiones ya existentes dentro de BSW —como muestran los abandonos de cuatro diputados del partido en Brandeburgo— podría aumentar tras la salida de la presidencia de Wagenknecht, hasta ahora el factor vertebrador de una formación muy joven que todavía busca su identidad política.
A esto se le suma un penúltimo factor: la formación necesita recuperarse urgentemente en las encuestas electorales de cara a las cinco elecciones regionales que celebra Alemania el próximo año. Si vuelve a quedar por debajo del umbral del 5% en algunas o todas ellas, el riesgo de convertirse en un partido extraparlamentario podría generar una estampida de diputados y militantes.
Y por último, si BSW fracasa ante la Junta Electoral y el Constitucional en su intento de un recuento electoral, este podría ser un golpe definitivo al futuro del partido, cuyas perspectivas ya no son halagüeñas tras la renuncia de Wagenkencht. La carismática política ya demostró en el pasado tener un olfato oportunista para abandonar proyectos abocados al fracaso, aunque esta vez se guarda la opción de marcar el camino ideológico del partido sin asumir la plena responsabilidad de la presidencia. La reportera del semanario Die Zeit Lisa Caspari, especializada en BSW, lo resume de la siguiente manera: “Wagenknecht se construye el mundo tal y como a ella le gusta”.
BSW celebrará los próximos 6 y 7 de diciembre un congreso decisivo para su futuro. En él, los delegados y las delegadas tendrán que confirmar a la nueva presidencia de la formación. También tendrá que elegir un nuevo nombre para un partido que aún se llama como la presidenta saliente. “Coalición para la Justicia Social y el Sentido Común Económico” es la propuesta de la nueva dirigencia. Ese nuevo nombre coincidiría con las siglas originales que responden al nombre de su fundadora.

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