El puquina fue una lengua de prestigio que actuó como una llave de acceso al pensamiento más sofisticado y reservado de la élite incaica. Mientras el quechua (Runasimi) servía como lingua franca para la administración y la vasta red vial del Imperio, el Puquina se erigió como un registro alto, un código de sabiduría custodiado por las más altas esferas sociales.
Su estudio revela que la profundidad de la civilización andina no se medía únicamente por su ingeniería o su organización social, sino por la complejidad de sus estructuras lingüísticas y cognitivas.
Su estatus especial fue registrado por los primeros cronistas. Juan de Betanzos, por ejemplo, documentó la distinción idiomática al notar que su esposa, una dama noble cusqueña, empleaba un lenguaje diferente al Runasimi aprendid

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