Brasil lleva casi medio siglo persiguiendo una ambición que ningún otro país latinoamericano ha conseguido encaminar: desarrollar un submarino de propulsión nuclear propio. Ese objetivo toma forma en torno al “ Álvaro Alberto ”, un proyecto que combina infraestructura especializada, transferencia de tecnología y un programa nuclear naval que arrancó a finales de la década de 1970 . No es un submarino operativo ni un avance inmediato, pero sí un plan con piezas concretas en marcha que explican por qué el país se ha situado en un terreno reservado a muy pocos países del mundo. La documentación oficial sitúa su botadura en 2023. Es una previsión de trabajo dentro del calendario del programa, no una garantía cerrada.

La iniciativa apunta a un submarino significativamente más complejo

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