La democracia como forma política es, ante todo, acuerdo sobre determinados principios que no pueden ser siquiera sometidos a discusión. En democracia se puede discutir “casi” todo, pero no todo. Es la indiscutibilidad de esos pocos principios lo que nos permite discutir políticamente todo lo demás. Cuando esto no es posible, aunque la Constitución democrática siga siendo la misma, el sistema político que dicha Constitución articula puede desembocar en el desmantelamiento de la democracia.
Estados Unidos es el caso más señalado. Habíamos dado por supuesto que la legitimación democrática que figura en las primeras palabras de su Constitución –“ We the people …”– había enraizado con tanta profundidad durante más de dos siglos, que resultaba inimaginable que la democracia pudiera desaparecer. Y, sin embargo, lo que parecía inimaginable ha dejado de serlo. Vemos casi a diario ejemplos de ello. Uno es la decisión de Trump de darle la vuelta a la publicación de los archivos de Epstein para poner el foco en políticos del Partido Demócrata. Trump y el Partido Republicano “no tienen nada que esconder” y, por tanto, no tienen nada que ocultar. Como consecuencia de ello, en lugar de oponerse a la publicación de dichos archivos, como había venido haciendo en los últimos meses, ha dado la orden de que la Cámara de Representantes apruebe dicha publicación. Trump está convencido de que, en el momento en que se consiga mezclar los nombres de los políticos del Partido Demócrata con Epstein, el coste político será muy superior para ellos que para él mismo y para los miembros del partido republicano.

ElDiario.es Opinión
Noticias de España
ElDiario.es
ElDiario.es Politica
ElDiario.es Internacional
People Top Story
Axios
New York Post
Star Beacon
AmoMama