En los últimos meses, la región latinoamericana ha sido testigo de un preocupante viraje en la estrategia militar de las potencias imperiales. La denominada Operación Lanzas del Sur se presenta como un despliegue intervencionista que, bajo el pretexto de “garantizar la seguridad hemisférica”, intensifica la presión sobre Venezuela y, por extensión, sobre toda América Latina y el Caribe.

Lo que antes se enmarcaba en la retórica del “patio trasero” ahora se ha transformado en una narrativa aún más peligrosa: la pretensión de que el hemisferio occidental entero debe estar bajo tutela y control.

Este cambio discursivo revela una ambición desmedida: ya no se trata de influir en gobiernos aislados, sino de imponer un orden militarizado que desconoce la soberanía de los pueblos.

La Operación L

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