Rompe-cabezas

La caverna de Platón

Kimberly Armengol

Vemos lo que nos gusta, ignoramos lo que nos incomoda y convencemos a nuestro cerebro de eso.

Lo que vimos con la marcha de sábado pasado de la Generación Z —o como cada quien quiera bautizarla, da igual—, las encuestas de aprobación de la presidenta Sheinbaum o las propias elecciones de 2024 debería preocuparnos. Todo vuelve a exhibir cómo estamos atrapados dentro de la versión moderna de la caverna de Platón : observando sombras, no realidades; interpretando reflejos, no hechos.

En este texto no vamos a ahondar en si la marcha fue legítima o de acarreados, si los jóvenes estaban atemorizados o indignados ni quiénes formaron parte de ella, ese pleito que lo tengan otros. Algunos con fundamentos y, otros, jugando a ser analistas

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