En muchos países se repite una escena inquietante; las instituciones no colapsan en un solo día, simplemente empiezan a temblar. Primero un detalle menor, luego una irregularidad que nadie corrige, después una norma que “no pasa nada” si se ignora. Las democracias, como los faros, no se apagan de golpe; titilan. Esa es la verdadera amenaza política de nuestro tiempo; la lenta corrosión institucional .
Hoy el debate público suele concentrarse en la economía, en la inseguridad o en los pleitos partidistas. Pero detrás de todo eso hay un deterioro más profundo; la erosión del Estado de derecho, la desconfianza en los contrapesos, la normalización de la improvisación. Una nación puede soportar crisis económicas; lo que no soporta tan fácilmente es perder el suelo institucional que mantiene

El Heraldo de Saltillo

Xataka México
Noticaribe
VÍA LIBRE
ENFOQUE
El Informador
Vanguardia
Municipios Puebla Economía
NEWS HIDALGO
CNN Politics