Si algo se ha evidenciado durante el proceso al fiscal general del Estado es que había connivencia entre la jefatura de la Fiscalía y la Presidencia del Gobierno que tenía como finalidad alinearse con los intereses de Pedro Sánchez.
La defensa a ultranza que ha hecho la dirección socialista de la inocencia de Ortiz no tiene explicación coherente alguna en términos democráticos, pero sí en clave de poder. La fiscalía es una de las piezas necesarias para el líder socialista junto a la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, retirando la instrucción de los procesos penales a los jueces, para que pasen a ser competencia de los fiscales. Las dos piezas juntas son sinónimo de control absoluto de qué se debe investigar y cómo.
Sánchez ningunea al Poder legislativo, pero tiene obsesión con

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