Romper el techo de cristal

La primera cuna: una bodega

Si nunca estás preparada para ser madre, mucho menos lo estás para recibir a un hijo prematuro.

Crystal Mendivil

La bienvenida a 2021 no se pareció a ninguna otra. No para mí. Mientras muchos celebraban a distancia por el confinamiento, yo comenzaba el año con 32 semanas de embarazo, reposo absoluto por preeclampsia y mi familia lejos. El segundo día de enero, ese dolor de cabeza que parecía rutinario se volvió una señal de alarma. Los estudios confirmaron que mi cuerpo estaba fallando: había daño renal y el bebé debía nacer de inmediato.

He contado antes, lo que significó ser madre primeriza en plena pandemia, pero rara vez hablo del otro lado de esa historia: enfrentar la preeclampsia, un parto adelantado y ver a tu bebé traslad

See Full Page