Durante años, construir una cartera de inversión era cuestión de aplicar una fórmula. Repartir entre acciones y bonos, mantener el equilibrio con rebalanceos periódicos y esperar. Pero ese guion ya no garantiza resultados. Con tipos de interés imprevisibles, correlaciones alteradas y mercados que reaccionan más rápido que nunca, muchas de esas recetas han dejado de funcionar.

Hoy, el reto no es solo proteger el capital. Es hacerlo crecer con sentido, en un entorno donde las reglas tradicionales ya no bastan. Los grandes gestores han ajustado el enfoque. Fondos soberanos y patrimonios institucionales no se limitan a asignar porcentajes. Diseñan sistemas completos que responden al riesgo, se adaptan al entorno y se mueven por oportunidades reales.

El objetivo no es diversificar, sino diseñ

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