Mientras sus fábricas pierden ritmo, el consumo se estanca y los precios de la vivienda siguen en descenso, la demanda internacional por la deuda soberana china se dispara. En menos de un mes, Pekín ha logrado colocar 8.000 millones en bonos internacionales, primero en dólares y luego en euros, con una sobresuscripción récord.

En los parqués financieros europeos, los inversores se abalanzan sobre los bonos chinos como si fueran oro. Y mientras tanto, a más de 8.000 kilómetros, en provincias como Shandong o Hebei, muchas cadenas de producción siguen a medio gas y las urbanizaciones sin vender se multiplican en el paisaje.

La economía china ha mostrado señales claras de fatiga durante 2025. Hasta octubre, la inversión en activos fijos retrocedió un 1,7%, su peor dato desde 2020. El sector

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