La Unión Europea se ha propuesto alcanzar la neutralidad climática para el año 2050 , con una economía que produzca cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. Para ello, es clave tener unos suelos sanos que contribuyan a frenar la desertificación y preservar la biodiversidad y la salud humana. En aras de lograr estos objetivos, el Consejo Europeo aprobó el mes de septiembre su Directiva de Vigilancia del Suelo , el primer marco a nivel europeo de evaluación y vigilancia de la tierra.

La normativa insta a los Estados miembros a establecer sistemas de vigilancia para evaluar el estado físico, químico y biológico de los suelos en su territorio, basados en una metodología común de la UE. También a tomar medidas para el control de contaminantes de preocupación emergente como

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