La mañana en Ciudad Juárez comenzó con otro ritmo cotidiano. Antes de que amaneciera por completo, los primeros contingentes de productores comenzaron a avanzar hacia la Aduana, llevando consigo carteles, reclamos y, esta vez, también a sus hijas e hijos. Una señal clara de que lo que defienden, dicen, no es solo el agua ni el precio del maíz, sino el futuro que imaginan para ellos.

A esa misma hora, en otras carreteras del país, transportistas y agricultores repetían la escena: bloqueos, filas interminables de vehículos y un enojo que busca ser escuchado a través de la interrupción. En Juárez, el punto más tenso se desplazó hacia el puente internacional Zaragoza, el de mayor tráfico de carga hacia Estados Unidos, donde las líneas comenzaron a frenarse en seco. Juarenes y paseños, ajenos

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