Zongolica vuelve a estremecerse. El asesinato de Juan Carlos Mezhua, exalcalde y figura política de la sierra, confirma que gobernar un municipio en México es una profesión de alto riesgo, quizá la más peligrosa dentro de la estructura institucional. No es un hecho aislado ni excepcional: es la continuidad de un patrón que lleva años debilitando al Estado desde abajo, donde la democracia es más frágil y la violencia más cercana.
En Veracruz, los ataques contra presidentes municipales y exalcaldes se han vuelto una dolorosa reiteración. Ahí están los asesinatos de 2011, 2017, 2020 y 2023, con casos que marcaron a regiones completas: Ixhuatlán de Madero, Jamapa, Hidalgotitlán, Gutiérrez Zamora y Acayucan. Cada episodio dejó una estela de miedo y normalizó la idea de que el poder local está

La Jornada Veracruz

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