El año de regreso de Augusto Schott a Talleres ha sido una de las historias más destacadas y positivas para el club cordobés, especialmente considerando las expectativas y el contexto de la temporada. Tras un periplo de préstamos que incluyó pasos por Platense, Colón y Newell’s, Schott regresó a la “T” para consolidarse no solo como un jugador de rotación, sino como una pieza fundamental del esquema.

Su ascenso a la titularidad fue notable, tomando el puesto de un referente como Gastón Benavídez, el mismo jugador que había levantado la Supercopa Internacional ante River Plate, la única alegría palpable del año para el equipo. Schott no solo se afianzó en la defensa, sino que sorprendió a propios y extraños con su capacidad ofensiva. Al cierre del año, el defensor se erigió como el goleado

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