La extrema derecha italiana acepta una reforma legislativa que ponga el consentimiento en el centro de las relaciones sexuales en aplicación del Convenio de Estambul, mientras en España ni el PP ni Vox creían necesario ese cambio

Amables, divertidos, comprometidos: los maltratadores son hombres 'normales'

Giorgia Meloni sorprendió a los asistentes al mitin de Vox en València en la campaña de las elecciones de 2023. Aparecía en una pantalla en una videoconferencia en directo para dar un largo discurso con la intención de demostrar lo muy cerca que se sentía de Santiago Abascal y de su partido. Fue un discurso largo y leído en un casi perfecto español. Solo hubo un momento en que los que la escuchaban pensaban que se habían equivocado de mitin.

La primera ministra italiana estaba haciendo balance de sus diez meses de gobierno. “Hemos aprobado una nueva ley muy dura contra la violencia contra la mujer”, dijo con la misma convicción que otras explicaciones más habituales en la extrema derecha. Hubo un breve silencio y algunos aplausos, no muchos, más por cortesía que por otra cosa.

Si supieran lo último de Meloni, tanto Abascal como sus votantes sufrirían un susto de muerte. Su partido, Hermanos de Italia, ha negociado con la oposición, encabezada por el Partido Democrático, para aprobar una ley que refuerza la exigencia del consentimiento en las relaciones sexuales. En cierto modo, una ley italiana del solo sí es sí. Se hará a través de una reforma de un artículo del Código Penal que se votó por unanimidad en la Cámara Baja la semana pasada y que ahora irá al Senado, donde se espera que sea aprobada por una amplia mayoría.

En España, el Partido Popular y Vox consideraron una muestra de la radicalización de la izquierda o una medida innecesaria el proyecto de ley del solo sí es sí de Unidas Podemos, que fue apoyado, no sin reticencias iniciales, por el PSOE. En Italia, va a salir adelante con un Gobierno de tres partidos dirigido por la extrema derecha.

La legislación actual en Italia no es muy diferente a la que existía antes en España. Relacionaba directamente la violación con la violencia, las amenazas de actos violentos o los abusos de autoridad. Aquellas mujeres paralizadas por el terror y que no podían mostrar huellas físicas de violencia podían temer que no serían creídas, en especial ante jueces de conducta arcaica y modales machistas.

En la fase de instrucción y en los juicios, en otro ejemplo que recuerda a lo vivido en España durante tanto tiempo, jueces y abogados preguntaban a la mujer si habían dicho no con total claridad, si se habían resistido con la firmeza que esos hombres consideraban necesaria. La culpabilidad del acusado no se analizaba en función de su conducta, sino de lo que había hecho o dejado de hacer la víctima.

La reforma italiana no altera el cálculo de las penas por violación, que seguirán estando entre seis y doce años de cárcel.

Italia ratificó el Convenio de Estambul en 2013, que establecía que “el consentimiento debe prestarse voluntariamente como manifestación del libre arbitrio de la persona”. No había hecho una reforma legislativa que incluyera el principio en su Código Penal de forma indiscutible. “Por fin, el principio de libre consentimiento, que no estaba antes, se incluye en la ley italiana”, dijo Elly Schlein, la líder del Partido Democrático. “Queda finalmente clarificado que cualquier acto sexual sin consentimiento es violencia, es violación y, por tanto, un delito”.

La ley del 'solo sí es sí' unificó en España los tipos penales de abuso y agresión sexuales y estableció que “solo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona”.

El Partido Popular no se ha movido de su rechazo a la ley de libertad sexual contra la que votó en el Congreso. Alberto Núñez Feijóo reiteró esta semana que la derogará si llega al poder. Su alternativa consiste en aumentar la pena de cárcel por violación y volver a relacionar delincuencia con inmigración: “Si el delincuente es español, se aumentarán las penas de cárcel, y si es extranjero, además de esto, será expulsado de España”. Esto último ya está previsto por la ley cuando un preso extranjero termina de cumplir la pena por un delito grave y, si no es así, es porque su país de origen se niega a aceptarlo.

Feijóo no concretó con qué sustituiría la ley de libertad sexual. Si hay que creer a la portavoz del grupo parlamentario del PP, la respuesta sería con nada. Le preguntaron en la rueda de prensa del martes cuál era la alternativa. Ester Muñoz dijo que “el consentimiento siempre ha estado dentro del Código Penal” y que es falso que la nueva ley “incorporara por primera vez” el consentimiento al código.

La idea recupera el mensaje del PP en el debate parlamentario de esa ley a la que calificó de “maniquea” y de tener “un marcado sesgo ideológico”. Afirmó que la forma en que se describía el consentimiento iba “en detrimento de la seguridad jurídica y del principio de presunción de inocencia”.

Para Vox, la ley era “innecesaria”, “obedecía a fines políticos” y tenía “el propósito ideológico de enfrentar a ambos sexos”. En el Parlamento Europeo, la extrema derecha votó en contra de la adhesión de la UE al Convenio de Estambul.

Frente a la opinión de la derecha de que la reforma en España era inútil en relación con el consentimiento, la extrema derecha italiana llegó a la conclusión de que demasiadas sentencias discutibles o sencillamente escandalosas exigían un cambio para que los jueces no tuvieran dudas: “Esta reforma intenta eliminar la confusión sobre el terreno, porque, sobre un crimen tan sensible y que genera alarma social, no puede haber dudas sobre su interpretación ni una discreción exagerada”, dijo Carolina Varchi, la diputada del partido de Meloni que dirigió las negociaciones.

Libre, consciente y expresado en ese mismo momento. Meloni no tiene dudas de que así debe ser el consentimiento en las relaciones sexuales y que debe quedar reflejado en la legislación. En la derecha y extrema derecha españolas, no todos son tan avanzados como ella.