Escribano, primer accionista privado del grupo tecnológico y de defensa, ha pasado de ser una pyme en 2018 a facturar este año 500 millones; "que la suerte te pille trabajando" es el lema de sus propietarios

El presidente de Escribano admite que la fusión con Indra “podría” retrasarse a 2026

“Cuando empezamos éramos poco más que adolescentes”. “No hemos ido a la universidad, estudiamos Formación Profesional y luego hemos ido aprendiendo a base de golpes”. “Nos hemos jugado siempre el pellejo con nuestra empresa”.

Son palabras de Javier Escribano, presidente de Escribano Mechanical & Engineering (EM&E), empresa de armamento que lleva meses copando titulares con su proyectada fusión con Indra. En pleno boom del gasto en defensa, esta cotizada del Ibex 35 es la elegida por el Gobierno para forjar un gran campeón nacional del sector. Indra la preside desde enero Ángel Escribano, copropietario de EM&E, su primer accionista privado (14,3%), solo por detrás del Estado, que tiene un 28% a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).

E&ME es una empresa madrileña cuyos responsables hacen gala de un estilo directo poco habitual en la elite del Ibex. Ha protagonizado un meteórico ascenso en los últimos años, sobre todo a partir de 2020. Y si la operación con Indra sale adelante (ya el próximo año), los dos hermanos pueden alcanzar una participación en esa cotizada del Ibex similar a la de la SEPI, en función de la valoración que se asigne a las acciones de EM&E, que se ha cifrado en una amplísima horquilla entre 1.000 y 2.000 millones de euros. Una comisión ad hoc de consejeros independientes creada el pasado verano está preparando un informe sobre esta operación que debería presentarse antes de fin de año.

EM&E, surgida en los 80 en una modesta nave industrial en Coslada, al este de Madrid, puede acabar consolidando su aterrizaje en el selectivo en un periplo poco habitual, y con una operación polémica por el conflicto de interés de los hermanos Escribano (Javier es también consejero de Indra).

EM&E se creó cuando, al quebrar la empresa para la que trabajaba el padre de ambos hermanos (tornero, como ellos), se lanzó a reparar maquinaria de obra pública. Su vinculación con la defensa llegó casi de chiripa, como recogía una entrevista concedida en 2024 a El Debate por Ángel Escribano, entonces todavía consejero delegado de EM&E y, presidente ejecutivo de Indra tras la marcha a Telefónica de Marc Murtra.

Fue en torno a 1990, tras cumplir el servicio militar, cuando Ángel Escribano, gran ciclista en su juventud, se desplazó en bici a la cercana Construcciones Aeronáuticas (después Airbus) y se inventó que tenía una reunión con el director Comercial. Tras entrevistarse con él, le convenció para que les encargara reparar piezas del Eurofighter, el avión de combate europeo, y fabricar piezas del lanzador de satélites Ariane 5.

Muchos años después, en torno a 2011, llegó otro golpe de suerte. El actual presidente de Indra conoció en un evento en Barcelona a un profesional de su sector que trabajaba en Omán y quería entradas para un partido de fútbol. Escribano le consiguió acceso a un palco VIP gracias a un proveedor y el invitado, agradecido, le puso en contacto con el fondo soberano de Omán. El actual presidente de Indra viajó al sultanato y, tras mostrarles su producto y convencerles, le dijeron que el rey Juan Carlos I había estado hacía poco en el país y les indicó que invertían poco en España.

Resultado: el fondo de Omán se convertiría en dueño del 32% de EM&E en 2016 tras invertir 18 millones. Fue su accionista hasta 2020, cuando los hermanos le recompraron sus acciones.

Hoy, EM&E es líder mundial en entrega de torres del calibre de 12,7 milímetros, que ya “se han probado en Ucrania y muchísimos otros países”, explicaba hace unos días su presidente en un debate con el general retirado Félix Sanz Roldán, ex director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), en el que confió en que Indra puede competir con el gigante italiano Leonardo en un plazo de cinco años si la fusión llega a buen puerto.

EM&E, que se ha sumado a la ola de contrataciones de exmilitares y ex altos cargos del sector de Defensa en los últimos años, era poco conocida cuando en 2019 anunció el fichaje como (efímero) asesor del ex secretario de Estado de Defensa Agustín Conde, ex alcalde de Toledo, hoy diputado del PP y muy cercano a la expresidenta de Castilla-La Mancha y exministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. Meses antes, en abril de 2018, los Escribano nombraron consejero a un histórico del sector, Miguel Ángel Panduro, también oriundo de Toledo y actual consejero delegado de Hispasat, el operador de satélites cuya compra a Redeia (también participada por SEPI) prevé aprobar la junta de accionistas de Indra prevista para este viernes.

Conexión conquense

Algunas fuentes sitúan en Castilla-La Mancha algunas de las conexiones políticas y empresariales de los Escribano, con lazos familiares con un pueblecito de Cuenca a tiro de piedra de Uclés, localidad natal del general Sanz Roldán. En ese debate con el presidente de EM&E, organizado por la consultora de comunicación PROA, el ex director del CNI y jefe del Estado Mayor de la Defensa entre 2004 y 2008 reconoció a EM&E el “mérito” de haber “vendido a otros países muchas cosas que nuestro propio ejército no tiene”.

Javier Escribano lo resumía así: “Nos han comprado sistemas países menos avanzados que nosotros” y “no tenemos un producto que nos hayan quitado de las manos ingleses o americanos; hemos ido a vender donde nos compraban”. Lo han hecho con “mucho éxito” en el Sureste asiático, en Oriente Medio o el Norte de África.

Gracias a esa fuerte internacionalización cuando eran una compañía muy pequeña, el exterior llegó a superar el 90% en las ventas de Escribano hace una década. En 2019, antes de que su facturación empezara a dispararse, el extranjero aportaba todavía el 80% de su cifra de negocios, que ese año fue de 44,25 millones, frente a los 500 millones que espera ingresar este año.

Una cifra que la empresa ni soñaba con alcanzar en 2021, cuando, explicaba en sus cuentas anuales, confiaba en “poder llegar en los próximos cinco años a la consolidación de una cifra de negocios superior a los 100 millones de euros con una plantilla de más de 500 personas”.

Los datos muestran que su crecimiento en España en los últimos años ha llegado gracias a decenas de contratos adjudicados sin competencia (sobre todo por el Ministerio de Defensa). Esta práctica es común en este sector, en buena medida, porque la normativa europea permite desde hace años una excepción de las obligaciones de concurrencia que exige la normativa de contratación, por razones de seguridad nacional.

Los datos disponibles en el portal de Contratación del Estado reflejan que desde 2018 EM&E se ha adjudicado, por sí sola o a través de filiales, uniones temporales de empresas o compañías en las que participa, más de 60 contratos por un total de 2.480 millones. En la inmensa mayoría el adjudicatario era el único oferente. A esta cifra se suman millones en subvenciones y en los préstamos al 0% para los programas especiales de modernización (PEM) que Defensa (a través del Ministerio de Industria) ha adjudicado en los últimos meses a dedo al sector, con Indra, Escribano, Navantia o Airbus como principales beneficiarias.

No todo el dinero de esos contratos va a ir a la caja de Escribano, dado que los más cuantiosos se los ha adjudicado con otras empresas. Es el caso del acuerdo marco para fabricar el blindado 8x8 Dragon, encargado por 1.736 millones en agosto de 2020 al consorcio Tess Defence, formado ese año por Indra, Escribano, Santa Bárbara (de la estadounidense General Dynamics) y la vasca Sapa (esta última, también accionista Indra y reacia a esa integración de EM&E). Este contrato acumula importantes retrasos, lo que ha llevado a Indra a tomar la mayoría del consorcio desde este año y ha propiciado una inusual reprimenda pública de la ministra de Defensa, Margarita Robles.