Hombre clave en la trayectoria política del presidente, Ábalos se convierte en el segundo secretario de organización socialista en entrar en prisión

El juez del Supremo envía a prisión provisional a Ábalos y Koldo García ante el “extremo” riesgo de fuga

Había transcurrido algo más de un año desde que José Luis Ábalos (Valéncia, 1959) dejara de ser todopoderoso ministro de Transportes y 'número 3 del PSOE' cuando le hicieron llegar un consejo desde el entorno de Pedro Sánchez: aparcar el resentimiento por su abrupta salida del Gobierno y tomar la iniciativa de reconstruir puentes con el presidente. Seguía dolido “por la falta de explicaciones” en torno a su cese, en su opinión, la verdadera razón de que se dispararan “todo tipo de rumores” sobre su vida privada. “El presidente te sigue apreciando y ya sabes cómo es, valora que den el paso de escribirle. Y está deseando contactar contigo”, le comentó uno de los hombres de Moncloa más cercanos al jefe del Ejecutivo. Y le hizo caso a su interlocutor.

El que fuera pieza clave del sanchismo primigenio le mandó varios mensajes a Sánchez que, según su entorno, tuvieron una respuesta “afable”. Y que precipitaron una llamada de Moncloa varias semanas después. “El presidente quiere verte, esta tarde te mandan un coche y te vienes”. Esa reunión fue el reencuentro de dos hombres que habían compartido una trayectoria política corta, pero muy intensa. La cruenta batalla de las primarias en el PSOE en la que consiguieron imponerse al aparato de Ferraz, la primera moción de censura exitosa de la historia, el primer gobierno de coalición desde la transición y la gestión de una pandemia mundial.

Según una de las personas al corriente del contenido de esa reunión, Sánchez le trasladó que añoraba su “olfato político” y tenerle más cerca para contar con su punto de vista. Y no hizo alusiones explícitas a la ruptura personal y política afrontada en el verano de 2021, pero sí le advirtió: “Tu problema ha sido dejarte influenciar tanto por Koldo, que no es una buena compañía”. Y de esa conversación, José Luis Ábalos pasó a las listas de las elecciones generales de julio de 2023, algo que se ha convertido durante el último año y medio en su salvoconducto procesal por el aforamiento y en una auténtica pesadilla política para el PSOE.

La detención en febrero de 2024 de Koldo García, su mano derecha, por presunta corrupción en la compra de mascarillas en su Ministerio, le dejó en una situación insostenible en el partido, que le abrió un expediente de expulsión e intentó forzarlo a entregar el acta de diputado en una escena esperpéntica. Santos Cerdán, presunto cabecilla de la trama según el juez, acudió a casa de Ábalos a reclamarle su marcha del Congreso. “¿Tú? ¿Con lo que tú tienes encima vas a venir a mi casa a pedirme que me vaya? No tienes vergüenza”, le contestó Ábalos. Menos de dos años después, el exministro duerme en Soto del Real, la cárcel de la que salió Cerdán hace justo una semana.

Aunque en el Gobierno se afanan en trasladar que “el duelo está pasado”, la entrada en prisión de José Luis Ábalos supone un golpe simbólico de enorme trascendencia para la trayectoria política de Pedro Sánchez. Porque Jose no era cualquiera en el PSOE ni en el sanchismo. Habituado a subirse siempre al caballo perdedor en las luchas orgánicas del PSPV, Ábalos encontró por fin con Sánchez la tecla del éxito político. Y se hizo un hombre imprescindible en cada movimiento del líder del PSOE.

Si el sanchismo de pata negra tuvo un momento fundacional, ese fue tras el cisma interno de Ferraz la noche del 1 de octubre de 2016, en el que la dirección del partido desalojó a su secretario general del sillón de mando. Pedro Sánchez convocó después una reunión de urgencia con un reducido número de fieles en un hotel junto a la estación madrileña de Chamartín, una cita a la que acudieron Francina Armengol, Óscar López, Luis Tudanca, Idoia Mendia, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, José Luis Ábalos y Santos Cerdán.

El hoy presidente descubrió justo en ese momento que estaba más solo de lo que creía cuando le planteó a los presentes la posibilidad de volver a presentarse a las primarias después de haber sido desahuciado. La mayoría le trasladó que lo abandonaba y que se sumaban a la candidatura de Patxi López. En concreto, todos menos Celis, Cerdán y José Luis Ábalos, que ante un Pedro Sánchez abatido tomó la iniciativa de organizar el primer gran acto de campaña para su vuelta a la secretaría general.

Lo hizo en su tierra, Valéncia. En concreto, en la localidad de Xirivella, en la que las 350 localidades del auditorio municipal se quedaron cortas para dar cabida a los cientos y cientos de militantes que abarrotaron el acto. “Aquello fue un éxito. Sin aquel día no se entiende lo que pasó después y resultó fundamental para que nosotros mismos nos creyéramos que había partido al ver el entusiasmo de la gente. Pedro siempre me agradeció aquello”, recordaría años después el propio José Luis Ábalos, que al hacer memoria de aquel día de noviembre de 2026 siempre subrayaría que él se encargó incluso de conseguir las sillas y hasta del hilo musical. “Puse a la entrada la Internacional en versión cuerda y 'Color Esperanza', de Diego Torres. Por aquello de abrir las ventanas y confiar en un futuro mejor. Ahora me dirán hortera, pero aquello se convirtió en un himno”, contó en una entrevista en Infolibre.

Y del éxito de las primarias, al de la moción de censura, donde el propio Ábalos fue el elegido para ser el portavoz del PSOE y el azote de Mariano Rajoy por la corrupción del PP. “Los españoles no podemos tolerar la corrupción como algo normal. La diferencia es que unos se enriquecen y otros no. En el PSOE no amparamos casos de corrupción y usted no ha tenido ni la decencia política de, al menos, dimitir”, dijo desde la tribuna.

Sánchez siempre le confió papeles protagonistas y por eso fue también uno de los negociadores clave del Gobierno de coalición con Podemos y de su primera investidura, además del ministro con mayor presupuesto de todo el Ejecutivo y el encargado de la secretaría de organización de Ferraz. Hasta que un sábado de verano de 2021 todo se truncó cuando lo llamó para cesarlo.

“Me llamó la secretaria del presidente a las 9 de la mañana y me dijo que quería verme, que fuese en cuanto pudiera. Estaba en su despacho. Yo entro y nos sentamos. Y me lo comunicó. Poco más. No creo que llegase a media hora. Sentí una mezcla de confusión y liberación. Por un lado, me hubiera gustado que hubiera sido de un modo que todos entendiéramos mejor, que no se especule tanto porque eso no nos viene bien. A ninguno. Pero sí, también me sentí liberado”, contó en la misma entrevista en la que desveló que Alberto Núñez Feijóo fue uno de los primeros políticos en llamarle para trasladarle su solidaridad.

Hace una semana, en una entrevista en la Sexta, Carmen Calvo contó por primera vez en público lo que ya se había escrito y contado tantas veces de fuentes directas de aquellas conversaciones. Que Adriana Lastra y la propia Calvo, junto a la expareja de Ábalos, alertaron al presidente del Gobierno de que su mano derecha llevaba una vida privada difícilmente compatible con la de una carrera política. “Me llegaron rumores de Ábalos sobre mujeres y yo lo trasladé. Aunque eso fuera su vida privada, no me encajaba”, aseguró.

Los sucesivos informes de la UCO, en base a los audios grabados durante años por Koldo García, no solo destaparon una presunta trama de corrupción que tiene en el epicentro al propio Ábalos, a Santos Cerdán y a Koldo, sino un presunto consumo de prostitución. Preguntado ante el Supremo sobre si estuvo en pisos con prostitutas, el exministro respondió: “Yo creo que no me acuerdo”.

Conforme ha avanzado la instrucción del presunto caso de corrupción en el ministerio de Transportes que él dirigía, el PSOE y el Gobierno han intentado borrar de su camino la huella de un hombre que este jueves durmió pro primera vez en prisión después de que el magistrado Leopoldo Puente atendiera la petición del fiscal y la acusación popular ante el riesgo “extremo de fuga” por las elevadas condenas a las que se exponen en la causa de las mascarillas. El segundo secretario de organización de Pedro Sánchez que acaba entre rejas y, probablemente, el hombre de más trascendencia en toda su trayectoria política.