Sincronizar movimientos con la música es uno de los sellos distintivos de la cultura humana, pero sus orígenes evolutivos y neurobiológicos se desconocen. Ahora, un estudio experimental va más allá y observa en dos macacos, previamente entrenados, sus capacidades para marcar el tempo de una pieza musical.
El resultado contradice la influyente hipótesis del aprendizaje vocal que sostiene que la sincronización del compás solo es posible en especies con vocalizaciones complejas, como los humanos y algunas aves cantoras.
Los seres humanos tienen una capacidad única para percibir y moverse al compás de un ritmo musical constante. Es una habilidad que se desarrolla en las primeras etapas de la vida y requiere un complejo reconocimiento de patrones, predicción y coordinación motora.
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