Honduras acude este domingo a las urnas para elegir presidente, diputados y alcaldes en un proceso de alto voltaje, marcado por acusaciones mutuas de fraude, profunda polarización y la intervención del presidente estadounidense Donald J. Trump, quien instó a votar por el aspirante del conservador Partido Nacional, Nasry Asfura, advirtiendo contra lo que llamó el “avance del comunismo” y señalando que, si Asfura no triunfa, “Estados Unidos no malgastará su dinero”.
Además de Asfura —exalcalde de Tegucigalpa por el Partido Nacional— compiten por la Presidencia la candidata izquierdista Rixi Moncada, postulada por el partido gobernante Libertad y Refundación (Libre), y Salvador Nasralla, un excéntrico presentador de televisión, cuatro veces candidato presidencial, que concurre en esta cita de la mano del centenario Partido Liberal de Honduras (PLH).
Las encuestas publicadas recientemente muestran un panorama incierto: algunos estudios indican un posible empate técnico entre los tres candidatos principales, mientras otros les otorgan ventajas inconsistentes entre sí. Todos los partidos —Nacional, Libre y Liberal— aseguran estar confiados en una victoria y han desplegado campañas intensas en un contexto altamente polarizado.
Tanto Nasralla como Asfura —candidatos de los partidos del bipartidismo hondureño, que se han alternado en el poder en el país durante más de un siglo— califican al gobernante Libre de “comunista” y de querer subordinar al país a la “narcodictadura venezolana”. Moncada, por su parte, ha acusado a sus contendientes de ser “marionetas de la oligarquía” y ha prometido que frente al modelo de “la minoría” aplicará un gobierno “socialista democrático” que “democratizará la economía”.
Acusaciones de fraude electoral
Las elecciones llegan en medio de denuncias cruzadas sobre un presunto fraude electoral. A finales de octubre se difundieron cerca de dos decenas de audios que, según las autoridades, involucran a una consejera del Partido Nacional ante el Consejo Nacional Electoral (CNE), un diputado de esa formación y un militar en activo en lo que sería un plan para manipular los resultados.
El fiscal general, Johel Zelaya, afirmó que se trataría de una “asociación ilícita para alterar la voluntad popular, buscando imponer un resultado en la elección presidencial”. En consecuencia, el Ministerio Público de Honduras (MP) abrió una investigación aún en curso, que el partido gobernante Libre interpreta como evidencia de lo que califica como “planes golpistas de la oposición”.
En su pronunciamiento ante la prensa, la candidata presidencial de Libre, Rixi Moncada, denunció un “plan de fraude electoral” emanado desde el CNE, y anunció que su partido adoptaría una “movilización permanente” como respuesta. “A Libre nadie le va a robar las elecciones”, sostuvo, y anunció que la formación realizará un conteo propio de los votos a partir de las actas físicas para garantizar la transparencia del sufragio.

Por su parte, la oposición del Partido Nacional rechazó la autenticidad de los audios y pidió que sean analizados en Estados Unidos. Tomás Zambrano, jefe de su bancada, calificó las grabaciones como “falsas, alteradas y manipuladas”. Además, el partido conservador emitió un comunicado declarando una “alerta permanente (y) alerta electoral democrática nacional”, advirtiendo de lo que califican como “maniobras” del oficialismo para desestabilizar las instituciones.
Fuentes vinculadas a los tres partidos con posibilidades electorales coinciden en que existe la posibilidad de que alguno declare su victoria antes de conocer los resultados oficiales, independientemente del conteo real. La desconfianza hacia el órgano electoral —alimentada por denuncias previas de irregularidades—, sumada al intenso despliegue militante que se observa en todo el país, alimenta el temor de que la noche del domingo pueda desencadenar un escenario de inestabilidad.
Las acusaciones de fraude y un posible golpe de Estado vuelven a agitar la memoria reciente del pueblo hondureño. En 2009, el país vivió un golpe de Estado contra el entonces presidente Manuel Zelaya, derrocado antes de una consulta popular que proponía una Asamblea Constituyente. Durante los comicios de 2013 y 2017, también se denunciaron irregularidades como compra de votos, manipulación de actas y represión, bajo un clima de desconfianza que comprometió la credibilidad del proceso.
Donald Trump irrumpe en las elecciones
El proceso electoral hondureño saltó a primera plana internacional tras el doble llamamiento del presidente estadounidense, Donald Trump, para votar por el candidato del Partido Nacional. “¿Maduro y sus narcoterroristas se apoderarán de otro país como lo han hecho con Cuba, Nicaragua y Venezuela? El hombre que defiende la democracia y lucha contra Maduro es Tito Asfura, el candidato presidencial del Partido Nacional” escribió este miércoles en su red social Truth Social.
“Normalmente, los hondureños inteligentes la rechazarían y elegirían a Tito Asfura, pero los comunistas están tratando de engañar al pueblo presentando a un tercer candidato, Salvador Nasralla. Nasralla no es amigo de la libertad”, aseguró entonces el mandatario estadounidense .
La primera reacción de Trump sacudió el tablero político hondureño — pero no fue la única. En una nueva publicación este viernes, el expresidente estadounidense aseguró que “si no gana [Nasry Asfura], Estados Unidos no estará tirando buen dinero tras malo”, condicionando así la futura cooperación financiera con Honduras al resultado electoral. Además, Trump anunció su intención de indultar al exmandatario Juan Orlando Hernández —condenado en Estados Unidos por narcotráfico— en caso de victoria del candidato conservador, lo que ha polarizado aún más al electorado hondureño.
El candidato liberal Salvador Nasralla, que durante la campaña electoral viajó varias veces a EEUU en busca de apoyos políticos, reaccionó al inesperado respaldo de Donald Trump a Nasry Asfura, atribuyéndolo a una “campaña de desinformación” impulsada por sus adversarios. Y aseguró que de llegar a ser presidente será un “fiel aliado” de la Casa Blanca. “Cuando este domingo sea electo por mi pueblo, podrá encontrar en mí a un aliado de las libertades en Iberoamérica. Insto a la sensatez y a la cordura en esta encrucijada que vive nuestro país. ¡Vivan los valores tradicionales!” escribió en su cuenta de X (antes de Twitter) el presidenciable liberal.
Por su parte, Libre calificó lo ocurrido de “injerencia insoportable”. Tras el anuncio del respaldo del expresidente Donald J. Trump a Nasry Asfura — y su promesa de indultar al exmandatario Juan Orlando Hernández —, dirigentes de Libre calificaron lo sucedido como una “injerencia insoportable” en la soberanía electoral de Honduras. Además, denunciaron la “ironía” de que quien declara combatir el narcotráfico se presente ahora como defensor de un condenado por narcotráfico.

Previo al pronunciamiento de Trump, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el gobierno de Estados Unidos ya habían expresado su alarma por lo que consideran un contexto de riesgo para la transparencia electoral en Honduras. La Secretaría General de la OEA subrayó la necesidad de que los órganos electorales mantengan su independencia institucional y advirtió que las disputas internas en el CNE no deben degenerar en una “parálisis institucional”.
A su vez, el subsecretario de Estado estadounidense, Christopher Landau, declaró el 12 de noviembre que Washington respondería “con rapidez y firmeza” ante cualquier intento de perturbar el proceso electoral y exhortó a todas las autoridades competentes —electorales y militares— a respetar escrupulosamente la ley y la Constitución hondureña.
La violencia marca la campaña electoral
Por primera vez en la historia reciente de Honduras, los ciudadanos acudirán a las urnas bajo un Estado de excepción —en vigor desde 2022 y prorrogado en varias ocasiones— instaurado por el gobierno de Libre con el argumento de “reducir la criminalidad”.

La campaña ha transcurrido en un clima de creciente tensión. El Partido Liberal de Honduras denunció que una de sus caravanas de cierre en Tegucigalpa fue atacada con piedras y palos, presuntamente por simpatizantes de Libre, lo que afectó a candidatos, simpatizantes y transeúntes. Su dirigente principal, Salvador Nasralla, calificó el incidente de “previamente planeado” con la finalidad de impedir una movilización pacífica.
No obstante, el acontecimiento más crítico tuvo lugar el 17 de noviembre en Santa Bárbara, cuando un niño de cinco años, Kaleb Hernández, murió tras un ataque armado tras un mitin que Libre celebró en la aldea El Aguacatal. La dirigencia del partido denunció el hecho como un acto de violencia política deliberada destinado a amedrentar a sus seguidores.
Aunque las autoridades reportan una caída en la tasa general de homicidios bajo la administración de Xiomara Castro —ubicada ahora en 21 asesinatos por cada 100.000 habitantes— la persistencia de asesinatos múltiples y violencia colectiva mantiene elevados los niveles de inseguridad. Siendo esta la principal preocupación de los hondureños según diversos estudios de opinión.

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