La primera vez que Iván, automovilista que pidió ocultar su identidad, pagó un “brinco” para verificar su auto no fue por tener un coche viejo o en mal estado. Era 2019, llevaba un Ibiza recién afinado, sin fugas, sin humo, sin fallas; su mecánico incluso le mostró en el escáner que todo estaba en orden. Aun así, el verificentro lo rechazó. “Me dijeron que no pasaba”. Segundos después, le ofrecieron los servicios de unos ‘ coyotes ’.
Desde entonces, y como cientos de automovilistas , lleva cinco años repitiendo la misma práctica: entregar su coche a desconocidos que lo “pasan” en minutos, lejos de cámaras y a plena luz del día.
La historia de Iván se repite todos los días. La Silla Rota realizó un recorrido por tres verificentros de la alcaldía Gustavo A. Madero

La Silla Rota

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