La postergación de la decisión de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) no es un mero trámite administrativo: refleja las tensiones estructurales de la política laboral mexicana. El empresariado se muestra reticente, consciente de los efectos nefastos que un incremento homogéneo puede tener sobre las empresas intensivas en mano de obra. El gobierno, convertido en vocero de la presidencia, transmite las directrices sin margen de negociación real. El sindicalismo, alineado con la Cuarta Transformación, adopta posiciones maximalistas que en última instancia se subordinan a las decisiones oficiales. En este escenario, la hipótesis de un incremento del 11% se convierte en referencia heroica pero plausible para anticipar impactos.
El salario mínimo como pacto social
Históricament

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