Un equipo internacional ha reconstruido el clima de Oriente Próximo entre hace 18.000 y 7.500 años gracias al análisis de una estalagmita de la cueva Hsarok, en el Kurdistán iraquí. El registro, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences   PNAS , cubre de forma continua el periodo que va del final de la última glaciación a los inicios del Neolítico , una etapa clave para entender la transición de los últimos grupos cazadores-recolectores a los primeros asentamientos agrícolas del Creciente Fértil. Según sus autores, la pieza, identificada como KR19-3, proporciona un marco paleoambiental “detallado y bien datado” que permite relacionar oscilaciones climáticas rápidas con cambios culturales en las comunidades del Zagros.

Isótopos y trazas químicas para descifrar 10.000 años de clima

Las estalagmitas acumulan información capa a capa y registran en su composición química las condiciones ambientales del exterior. En este estudio se analizaron isótopos estables de oxígeno y carbono , junto con elementos traza como magnesio y bario, para reconstruir variaciones de precipitación, vegetación y aporte de polvo. KR19-3 funciona así como un archivo natural donde cada estrato recoge cambios de temperatura, humedad y dinámica hidrológica . La datación por uranio-torio confirma que su crecimiento fue continuo durante más de diez milenios, desde el final del Último Máximo Glacial hasta la consolidación de los primeros poblados neolíticos.

El tramo temporal representado en la estalagmita coincide con algunas de las transformaciones más relevantes de la Prehistoria . Conforme el clima alternaba fases frías y cálidas, las comunidades humanas adaptaban su movilidad, reorganizaban la explotación del territorio y avanzaban hacia la formación de asentamientos permanentes. Disponer de un registro local tan preciso resulta fundamental para comprender cómo las sociedades del Zagros respondieron a un entorno especialmente variable antes del desarrollo de la agricultura.

El clima del Zagros siguió el pulso de Groenlandia

Una de las conclusiones más destacadas es la sincronía entre los cambios de precipitación del Kurdistán y las temperaturas registradas en los núcleos de hielo de Groenlandia . El estudio muestra que cuando el clima del hemisferio norte fluctuaba bruscamente, las condiciones locales del Zagros también cambiaban, alterando la disponibilidad de agua y el funcionamiento de sus ecosistemas. Este vínculo permite situar los cambios regionales en un contexto climático global.

Muestra de estalagmita KR19-3

El registro documenta un episodio especialmente abrupto: el Younger Dryas . La estalagmita muestra sequías pronunciadas , picos de deposición de polvo y oscilaciones rápidas de humedad, condiciones que afectaron de forma desigual a las distintas regiones del Creciente Fértil. Según la investigación, las comunidades del sector oriental mantuvieron estrategias más móviles durante más tiempo que las del oeste, donde la mayor estabilidad favoreció la aparición de asentamientos permanentes.

Ritmos distintos de neolitización en un clima inestable

El estudio sostiene que esta mayor variabilidad hidroclimática ayuda a explicar por qué la neolitización del este siguió ritmos diferentes a los del oeste. Mientras algunas zonas del Creciente Fértil experimentaron condiciones propicias para la agricultura incipiente, el Zagros alternó fases húmedas y secas que obligaron a mantener estrategias flexibles. La innovación no se frenó, pero sí avanzó a ritmos desiguales. El registro de KR19-3 ofrece un marco preciso para reinterpretar y reevaluar excavaciones y modelos arqueológicos previos.

La investigación introduce además un argumento de interés antropológico : la fuerte variabilidad del periodo Bolling–Allerod proporcionó a estas comunidades una experiencia valiosa para afrontar futuras oscilaciones. En palabras del equipo científico recogido en phys.org , “el fuerte grado de variabilidad climática… fomentó la acumulación de experiencia para responder a cambios en la disponibilidad de recursos”. Esa resiliencia habría sido clave en la transición hacia formas de vida más complejas.

En conjunto, la estalagmita KR19-3 se convierte en una herramienta central para comprender cómo clima y cultura se influyeron mutuamente al final de la deglaciación . El estudio no solo aporta una secuencia ambiental detallada, sino que proporciona un marco interpretativo que integra evidencias arqueológicas, ecológicas y climáticas. Para los autores, registros como este permitirán avanzar en la reevaluación de los primeros procesos agrícolas tanto en el Zagros como en el conjunto del Creciente Fértil.