La fijación del mandatario estadounidense por deshacerse de Jerome Powell antes de tiempo y por bajar drásticamente los tipos de interés pone en riesgo la economía estadounidense

Tiene que resultar frustrante para alguien que, como Donald Trump, debe buena parte de su fama y su fortuna a la frase “¡estás despedido!“ no poder echar a un empleado con el que está descontento. Ese empleado se llama Jerome Powell. Y Trump lleva meses queriendo fulminarlo al frente de la Reserva Federal (Fed) por su negativa a bajar los tipos de interés.

El presidente estadounidense lo ha probado todo: los insultos (“mula testaruda”, “tonto de remate”, “cabeza hueca”...), los motes ( Señor Demasiado Tarde, le gusta llamarlo), las sospechas por el sobrecoste en la reforma de la sede del banco central en W

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