La noche era tranquila, pero calurosa, en el Internado indígena Akuaipa. Una lechuza pasó y dejó sonar su canto dos veces consecutivas. Una joven indígena que ha heredado la sabiduría de sus ancestros, pensó en silencio: algo extraño va a pasar. Después de las oraciones y cuando ya muchos pensaban en dormir, comenzaron a sentirse ráfagas de disparos. El pánico fue total. Los estudiantes corrían despavoridos. Se olvidaron de las normas de seguridad. Salieron del comedor para el patio principal, sin importar nada. Fueron momentos de confusión.

Hombres armados desde afuera hacían disparos al aire. Muchos quedaron debajo de las mesas orando. La mayoría lograron salir hacia el monte para esconderse. Los gritos se confundían con el llanto. Los disparos seguían. Después llegó el silencio. Vino l

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