La desigualdad no es un recurso demagógico en boca de quienes gobiernan; es una dramática realidad para millones de mujeres en el mundo, que reciben menos recursos económicos que los hombres a lo largo de su vida, a pesar de haberse incorporado al mercado laboral.
Esta diferencia entre mujeres y hombres es la base material de la discriminación, la exclusión y la violencia. Supera todos los sentimentalismos y la conmiseración.
La Encuesta Nacional de Ingresos en los Hogares 2024, difundida la semana pasada, es reveladora: en todos los empleos, las mujeres ganan menos que los hombres, con diferencias que van del 31.6 al 39.3 por ciento. El promedio de esta brecha es del 34 por ciento, según el INEGI. Una diferencia que deja claro el fracaso histórico de los propósitos enunciados hace 50 añ