Brasil ha denunciado oficialmente el tarifazo de Trump en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y ha activado la "vía BRICS" para buscar una respuesta conjunta

Trump desata sus aranceles globales e ignora las señales de alarma en la economía estadounidense

Las negociaciones entre el Gobierno de Brasil y Donald Trump, presidente de Estados Unidos, están paralizadas. El presidente brasileño, Lula da Silva, que hace semanas buscaba puentes de diálogo con la Casa Blanca para evitar tarifas del 50% a los productos de su país, declaró el miércoles a Reuters que no va a “humillarse” llamando a Trump.

“No tengo por qué llamar al presidente Trump porque en las cartas que mandó y en sus decisiones no habla en ningún momento de negociación. Lanza nuevas amenazas”, aseguró Lula. De hecho, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil devolvió la carta en la que el Gobierno de Estados Unidos comunicaba oficialmente el tarifazo, por no respetar el protocolo diplomático y por haber publicado su contenido en redes sociales antes de su entrega.

La mano dura de Alexandre de Moraes, ministro del Supremo Tribunal Federal (STF), contra el expresidente brasileño Jair Bolsonaro ha provocado un verdadero cortocircuito en las relaciones entre los gobiernos de Brasil y Estados Unidos. La prisión domiciliar del expresidente brasileño, decretada el pasado lunes, dinamitó cualquier puente entre ambos gobiernos. “El arresto domiciliario suspende las negociaciones. En este momento, nadie va a querer discutir una negociación en medio de ánimos exaltados”, aseguró José Augusto de Castro, presidente ejecutivo de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB), en entrevista al Correio Braziliense.

La orden de instalar una tobillera electrónica a Jair Bolsonaro, duramente criticada por Trump, provocó inmediatamente la aplicación de la Ley Magnitsky (sanciones) estadounidense contra Alexandre de Moraes, que le prohíbe cualquier transacción con personas o empresas de Estados Unidos, incluidas tarjetas de crédito. El Gobierno brasileño, que defendió a Moraes tras la activación de la Ley Magnitsky contra él, ha preferido mantenerse en silencio tras la prisión domiciliar de Bolsonaro.

Ante la parálisis de las negociaciones con el Gobierno estadounidense, Lula ha preferido denunciar oficialmente el tarifazo de Trump en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y activar la “vía BRICS”. El jueves llamó a Narendra Modi, primer ministro de la India, para buscar una respuesta conjunta de los BRICS a Estados Unidos.

Motín bolsonarista

El cerco judicial contra Jair Bolsonaro ha reactivado el avispero de la extrema derecha brasileña. El pasado domingo São Paulo acogió una manifestación más multitudinaria de los esperado en defensa de Bolsonaro. Durante toda la semana, motociatas (protestas en motos) y carreatas (en coche) han recorrido diversas ciudades brasileñas. La oleada de indignación del bolsonarismo ante la prisión domiciliar de su gran líder desembocó en una revuelta en el Congreso y el Senado.

Diputados bolsonaristas bloquearon el Congreso durante treinta horas. Algunos de ellos llegaron a pernoctar en el hemiciclo. Usando esparadrapos en las bocas, denunciaron la supuesta censura impuesta por Alexandre de Moraes, que prohibió usar redes sociales a Jair Bolsonaro. En el Senado, que también estuvo paralizado por bolsonaristas, la oposición empezó a recoger apoyos para el impeachment de Alexandre de Moraes. En el epicentro de la revuelta bolsonarista están el proyecto de ley de amnistía que podría beneficiar a Bolsonaro y otros proyectos de ley para blidar a los legisladores del STF.

El ataque estadounidense a la soberanía brasileña enfría la posibilidad de que la ley de amnistía y el impeachment contra Alexandre de Moraes sean votados en las respectivas cámaras. Sin embargo, el Gobierno de Lula reconoce que el cerco a Bolsonaro está unificando a la derecha. El bolsonarismo, con su estrategia de victimismo, ha conseguido atraer a fuerzas políticas más moderadas.

Miembros del Gobierno Lula reconocen off the record que la mano dura de Moraes contra Bolsonaro es un tiro en el pie. Si hace unas semanas la opinión pública responsabilizaba al bolsonarismo por el tarifazo, el malestar (incluso de fuerzas progresistas) empieza a dirigirse contra Alexandre de Moraes. Un miembro del Gobierno declaró en off a Folha de São Paulo que Moraes desperdició la oportunidad de realizar un “acto magnánimo”, perdonando la prisión dominicial a Bolsonaro.

La épica de los BRICS

El pasado martes, en medio del cortocircuito diplomático entre Estados Unidos y Brasil, un día antes de la aplicación del tarifazo, el vídeo viral Iron Tariffs presentaba a los BRICS como una liga de superhéroes contra Donald Trump y la familia Bolsonaro. El vídeo, realizado con Inteligencia Artificial (IA), desplegaba la épica del Sur Global contra Estados Unidos en estilo anime japonés. En el vídeo, Lula aparece retratado como un héroe tranquilo y un decidido estratega. Trump tiene expresiones distorsionadas y gestos exagerados. Jair Bolsonaro es el loco del Iron Tariffs. Su hijo Eduardo, el conspirador. Y el juez Alexandre de Moraes surge blindado ante sus enemigos.

El vídeo Iron Tariffs, que circuló ampliamente en el ecosistema de redes sociales de izquierda y algunas fuentes insinúan extraoficialmente que fue lanzado en secreto por el propio Gobierno, sirvió de aperitivo para la vía BRICS. Un día después del vídeo viral, Lula declaró que iba a llamar al primer ministro de India, Narendra Modi, y al presidente de China, Xi Jinping, para articular una solución conjunta de los países pertenecientes a los BRICS. El jueves se produjo la llamada de Lula a Modi. Durante la misma, el presidenre brasileño incidió en reforzar la relación comercial con India y confirmó su visita oficial al país asiático en 2026.

Las tarifas estadounidense del 50% a Brasil y del 25% a India están llevando a dos gigantes de la economía global a un entendimento comercial inédito, a pesar de que el derechista Modi y el izquierdista Lula no comparten ideología política.