La nueva arzobispa de Gales afirma que la fe le ayudó a superar décadas de lucha por la aceptación como mujer lesbiana en la Iglesia anglicana

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La nueva arzobispa de Gales, la reverendísima Cherry Vann, ha contado cómo mantuvo en secreto su sexualidad durante décadas como parte de su lucha por ser aceptada como ministra en la comunión anglicana.

En declaraciones a The Guardian poco después de su nombramiento la semana pasada, Vann, de 66 años, afirmó que sin la firme convicción de que Dios la había llamado al sacerdocio “no habría sobrevivido” a su viaje por la jerarquía de la Iglesia.

Pionera, no activista

Vann se convirtió en una de las primeras mujeres sacerdotes en Inglaterra en 1994. Ahora, como la primera mujer arzobispa y la primera arzobispa homosexual de Reuno Unido, así como la primera obispa lesbiana con pareja en ocupar el cargo de primada dentro de la comunión anglicana, ha roto definitivamente el techo de cristal.

“Da la casualidad de que he vivido en una época que me ha convertido en pionera, pero no soy una activista”, afirma la arzobispa nacida en Leicestershire durante una entrevista en las oficinas de la Iglesia de Gales en el centro de Cardiff.

“No soy alguien que esté siempre ahí fuera, pero sí intento ser fiel a lo que creo que Dios me pide”.

Del secreto a la visibilidad

Trabajar en la Iglesia de Gales desde 2020 ha sido muy diferente a los muchos años que Vann pasó en la Iglesia de Inglaterra, dice, ya que al clero se le permite estar en uniones civiles entre personas del mismo sexo. En la Iglesia Anglicana de Inglaterra, las relaciones entre personas del mismo sexo están técnicamente permitidas, pero se espera que el clero gay permanezca célibe.

Al convertirse en obispa de Monmouth hace cinco años, Vann reveló públicamente por primera vez su unión civil con Wendy Diamond, su pareja desde hacía 30 años.

“Otras personas en Inglaterra fueron más valientes que yo y dejaron clara su sexualidad. Muchas de ellas sufrieron las consecuencias de ello a la hora de avanzar en su ordenación”, cuenta Vann.

“Durante años mantuvimos nuestra relación en secreto porque me preocupaba despertarme y encontrarme en la portada de un periódico. Ahora, Wendy me acompaña a todas partes y, cuando ofrezco mis servicios, es algo normal. Pero en Inglaterra tenía que quedarse arriba si yo tenía una reunión en casa”.

Mujeres en la Iglesia

Ser mujer en la Iglesia ya era bastante difícil, añade. “Puedes ocultar tu sexualidad hasta cierto punto, pero no puedes ocultar que eres mujer. Había mucha maldad; los hombres estaban enfadados, se sentían traicionados”.

Vann cuenta que en la década de 1990, ella y otras sacerdotisas comenzaron a reunirse para orar y conversar con colegas masculinos que se oponían a su ordenación. “Fue horrible, fue muy difícil para todas nosotras, pero nos mantuvimos firmes”, recuerda.

Con el tiempo, la hostilidad se disipó. “Esto es lo que espero que ocurra también con la cuestión de la sexualidad: demostrar que podemos estar en total desacuerdo sobre algo, pero que aun así podemos amarnos unos a otros en Cristo y reconocernos como hijos de Dios”.

Etapa de reconciliación

Vann será entronizada con ropas rojas y doradas en su catedral natal de Newport este otoño, en lo que muchos en la Iglesia esperan que marque el fin definitivo de un período tumultuoso.

Andy John, el antiguo arzobispo, anunció en junio que dimitía con efecto inmediato tras un escándalo de alcohol, acoso y conducta sexual inapropiada en la catedral de Bangor.

John no ha sido acusado de irregularidades, pero las peticiones para que dimitiera se intensificaron tras la publicación de dos informes resumidos y el envío de seis “informes de incidentes graves” a la Comisión de Beneficencia a principios de este año.

Dos miembros del colegio de sacerdotes de la catedral han pedido una investigación independiente sobre los acontecimientos de Bangor, pero Vann resta importancia a las peticiones y declara a The Guardian que cree que la “auditoría cultural” en todo Gales anunciada por el órgano representativo de la iglesia tras la dimisión de John sería suficiente para “hacer rendir cuentas a los responsables”.

La máxima prioridad de la nueva arzobispa es “la sanación y la reconciliación”, afirma. “Ya se está trabajando mucho entre bastidores, no hemos estado quietos... Debemos esforzarnos por ganarnos la confianza de aquellos que se han sentido heridos y enfadados por lo que ha ocurrido”.

Según Tim Wyatt, periodista especializado en la Iglesia anglicana, la llegada de Vann a Gales en 2020 como obispa de Monmouth también formó parte de una labor de limpieza tras las luchas entre facciones por la conducta de su predecesor, Richard Pain. No ha habido ninguna conclusión formal contra Pain.

Crianza y vida

Vann es también una especie de forastera en Gales, lo que simboliza una ruptura definitiva con la era de John y el escándalo de Bangor.

La arzobispa creció en una familia religiosa en Whetstone, Leicestershire, y siguió los pasos de su padre, organista de la iglesia, estudiando en el Royal College of Music y luego en las Royal Schools of Music, donde se formó como profesora.

En 1986 ingresó en una facultad de teología anglicana para prepararse para la ordenación y luego trabajó en la diócesis de Manchester, convirtiéndose en sacerdotisa en 1994 y archidiácona de Rochdale en 2008.

Un tema aún polémico

El género y la sexualidad siguen siendo temas muy controvertidos en la comunión anglicana. Incluso en su nuevo cargo como primera mujer y primera obispa abiertamente lesbiana del Reino Unido, Vann se muestra cautelosa sobre el tema del matrimonio homosexual.

“Personalmente, no siento la necesidad de casarme por la iglesia; Wendy y yo llevamos juntas 30 años, hemos hecho nuestros votos y estamos comprometidas la una con la otra”.

“Creo que el matrimonio homosexual en la iglesia es inevitable: la cuestión es cuándo. Hay personas que se oponen rotundamente y, como líder, debo respetar su postura, que tiene fundamentos teológicos. No es mi trabajo impulsar algo que alejaría a una buena parte del clero”, dice.

El nombramiento de Vann ha causado indignación en algunos círculos, y un destacado grupo conservador lo ha calificado de “trágico”. En respuesta, la Iglesia de Gales ha destacado la cálida acogida que ha recibido la noticia por parte de docenas de otras confesiones e iglesias.

Por su parte, Vann dijo que no le preocupaba que su elección se percibiera como algo simbólico.

“Se trata de una mayoría de dos tercios en el colegio electoral, el listón está alto”, dice. “No creo que ninguna de esas personas me haya votado principalmente por ser mujer u homosexual. Me han votado porque reconocen que tengo las habilidades necesarias para dirigir la Iglesia de Gales en este momento concreto”.

Traducción de Uma Santos