Es relajante volver al viejo y cansado ordenador de mesa, al que le cuesta ponerse en marcha después de alguna que otra semana sin darle caña. Quizá también esté mostrando celos por haber sido reemplazado temporalmente en sus funciones por una modernísima tablet con la manzanita en la tapa, que hay que aprender a utilizar con todas sus aplicaciones y su rapidez de respuesta, vayan hacia dondequiera que soplen los vientos y superando mareas y oleajes, los mismos que azotan a Bezos y a Di Caprio, porque las condiciones climáticas no saben de nombres ni de apellidos y son igual para todos, ondulando y encrespando el pelo de las damas –es un decir-, por muchos productos de última generación que utilicen, esos que no pueden permitirse las prostitutas, por ejemplo, ya que su poder adquisitivo no

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