Las condiciones bajo las que operan los sistemas penitenciarios son un reflejo de nuestros dilemas éticos más profundos. Por un lado, la sociedad exige seguridad; por otro, se busca el respeto a los derechos humanos y la utopía de la readaptación. Sin embargo, la realidad diaria en la mayoría de las cárceles es una historia de sobrepoblación, consumo de drogas, violencia y abandono sanitario; no solo son una escuela del crimen, sino un espacio donde el desprecio por lo humano se redefine.

Fiódor Dostoyevski, autor de Crimen y Castigo , exploró la psicología de la culpa a través de su personaje, Raskólnikov. El novelista nos enseñó que el castigo más severo no siempre es el impuesto por el Estado, sino el tormento interior. Su célebre frase, “El grado de civilización de una sociedad pued

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