El periplo autoritario de México mantiene su curso y su programa. Como nunca, ha polarizado la política del país y ha logrado reducir a dos bandos confrontados, al debate público, a la opinión pública y (casi) a todas las elecciones de todo el territorio nacional. Luego, logró el control del legislativo hasta que, en una maniobra inconstitucional, de plano lo copó adjudicándose una exhorbitante ultra mayoría de más de 20 puntos, para hacerse del 74 por ciento de la Cámara de Diputados. Con otra maniobra harían lo propio en el Senado. Desde allí la coalición que nos gobierna emprendió un programa de demolición institucional que eliminó órganos autónomos, contrapesos y literalmente, deshizo al poder judicial, eliminando a los juzgadores de carrera con remoción total, Suprema Corte incluída.
¿Queremos ser una república representativa?

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