En estos días de convivencia con los nietos he constatado de nuevo que, si bien cerca de una pantalla sus ojos son como las moscas del panal de miel, también puedes captar su atención con una buena historia oral. Les he narrado episodios mitológicos y bíblicos. En cambio, a pesar de que les encantan los animales, las fábulas de Esopo no me funcionaban. Son demasiado cortas. Se me ocurrió apelar a las de Lev Tolstoi, que, además de invitar a reflexionar en términos morales, son lo bastante largas para suscitar expectativas (¿qué sucederá?) y lo bastante cortas para alimentar el deseo de escuchar otros cuentos.
El otro día, hablábamos de Ter Stegen, el guardameta rebelde del Barça. El conflicto está resuelto, pero en aquel momento estaba al rojo vivo. Lluc, de 9 años, decía que era una lást