El 15 de agosto de 2021 los talibanes llegaron a Kabul. Veinte años después de la caída de su régimen del terror, tomaban de nuevo las instituciones, desatando el pánico entre la población que intentaba, desesperada, salir del país como fuera. Sabían lo que les venía. Pese a aquellos ridículos intentos de aparentar modernidad, los barbudos armados con kalashnikov intentaron engañar a la sociedad de la imagen fingiendo un occidentalismo que ni les roza; los afganos eran conscientes de la involución. Algunas especialmente. Las mujeres ya sabían de los modos talibanes. Y temían lo peor.
El 15 de agosto de 2022 ellas ya tenían certezas de que aquellas promesas iniciales de respeto a sus derechos habían sido un espejismo: el Ministerio de Asuntos de la Mujer desapareció. Nadie atendería sus de