El coche eléctrico avanza en España a paso de tortuga. Lo hace de forma tan lenta como los trenes de cercanías y de media y larga distancia del ministro Óscar Puente, la política hídrica del Estado, el combate de la corrupción institucional que demanda Europa, la regeneración ética del PSOE o la contratación de médicos en Ceuta y Melilla, territorios ambos gestionados por esa jacobina del todo a cien llamada Mónica García. España suspende en movilidad eléctrica porque se encuentra a la cola de Europa en electrificación, con un déficit de puntos de recarga tan grande como las ansias de enriquecerse de José Luis Ábalos y Santos Cerdán, porque los sistemas de pago en esos puntos de recarga son un galimatías sin sentido y porque los incentivos a la compra de vehículos obligan al comprador a ad

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