Es poco probable que Alaska haya figurado en las tarjetas de bingo de mucha gente como sede de una cumbre clave entre los líderes de Estados Unidos y Rusia.
Sin embargo, el estado más grande y remoto de Estados Unidos es donde los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin se reunirán ahora en uno de los encuentros potencialmente más importantes de sus presidencias.
Esa es ciertamente la visión desde Moscú, donde los propagandistas pro Kremlin ya están entusiasmados por los beneficios que traerá consigo esta tan esperada reunión cara a cara.
O, más específicamente, beneficiará con Putin.
En primer lugar, el mero hecho de celebrar una cumbre con el presidente de EE.UU. supone una enorme victoria para el Kremlin.
“Ya nadie habla del aislamiento internacional de Rusia ni de nuestra derrot