El domingo, al cierre del plazo legal para la inscripción de candidatos, la Coalición Cívica enfrentó una crisis significativa. Hernán Reyes, legislador cercano a Elisa Carrió, recibió una breve llamada de un emisario de Facundo Manes, quien se postulaba para la boleta del Senado. A pesar de los esfuerzos por revitalizar una opción moderada dentro de la coalición Juntos por el Cambio, los intentos fracasaron.
El sábado, Carrió, Graciela Ocaña y Reyes habían planeado un acuerdo que incluía al radicalismo y a Manes. Sin embargo, el domingo por la noche, la situación se complicó. Ocaña y Lousteau se inscribieron bajo el sello "Ciudadanos Unidos", mientras que la Coalición Cívica lo hizo en solitario. Manes también se postuló por su cuenta para el Senado.
La situación se tornó más tensa cuando se reveló que hubo desacuerdos en las negociaciones. Un colaborador de los candidatos mencionó: "Se intentó, estaba todo cerrado, pero nos cambiaron dos veces el acuerdo". La desconfianza entre los líderes políticos se hizo evidente, lo que complicó aún más la posibilidad de una unidad en el centro.
En la provincia de Buenos Aires, la situación fue similar. Provincias Unidas, un frente de gobernadores, postuló a Florencio Randazzo, pero la coalición se fragmentó rápidamente. A última hora, la Coalición Cívica se preparaba para presentarse sola en la provincia.
Los gobernadores expresaron su descontento con Schiaretti, quien había promovido la candidatura de Randazzo. A pesar de los intentos de crear una opción de centro, la polarización entre el gobierno y el kirchnerismo se intensificó, reflejando las dificultades para unir a los sectores moderados.
La dispersión de candidaturas en la Capital y en Buenos Aires resalta la falta de confianza entre los líderes políticos y la incapacidad de formar una coalición sólida. Este escenario podría tener repercusiones significativas en las elecciones de octubre, donde el gobierno busca consolidar una opción que compita con el kirchnerismo.