Bolivia acaba de vivir un hecho que parecía imposible. El Movimiento al Socialismo (MAS), que gobernó el país durante dos décadas, perdió su condición de fuerza inevitable. Lo que comenzó en 2006 como la irrupción del gobierno de Evo Morales, terminó en un aparato de poder desgastado, dividido y en plena decadencia.
El MAS ya no llegó como bloque. Evo, que dejó la presidencia en 2019 en medio de denuncias de fraude y protestas masivas, con su afán de volver al poder, se refugió en la campaña por el voto nulo. Luis Arce, presidente en ejercicio, trató de usar el aparato estatal con el fin de retener el poder.
Sin embargo, ni la planilla de funcionarios ni el miedo a las represalias fueron suficientes frente a una crisis económica que golpea duro. Inflación en alza, falta de dólares y caíd