La piel también es ideología. El hombre, sobre todo, es un animal político, como defendía alguien por ahí , y eso comienza en ese verso íntimo que es la epidermis, el lugar donde comienzan todas nuestras profundidades. Se mira la racionalidad que somos en los aterrazamientos de nuestro pensamiento, pero nadie guarda la prevención de que toda esa lógica está determinada por lo que está más expuesto, lo cutáneo.
La piel está en el debate de nuestros veranos porque se quema. Lo sano, ya lo sabían nuestros tatarabuelos, que por eso se largaban a nuestros nortes galaicos, para sestear los aprietos del estío, es mantenerla apartada del sol, lo que significa que los oriundos de la piel de toro debemos sujetarla en ese blanco natalicio que nos ha dado la tierra, ese blanco geisha que protegen