El pánico es una reacción intensa de miedo que puede desbordar a cualquier persona en momentos de estrés, peligro o incertidumbre. Cuando aparece, el cuerpo experimenta síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, dificultad para respirar o mareos, lo que aumenta aún más la sensación de perder el control. Para manejarlo, es fundamental reconocer que se trata de una respuesta emocional y fisiológica que, aunque desagradable, no significa necesariamente un peligro real. Tomar conciencia de esto es el primer paso para recuperar la calma.

Una de las técnicas más efectivas para controlar el pánico es la respiración consciente. En lugar de dejar que la respiración se acelere de manera automática, se recomienda inhalar profundamente por la nariz, retener el aire unos segundos y exhalar lenta

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