Por Ricardo Hernández, miembro de #CONNECTASHub
Connectas
<span data-mce-type="bookmark" style="display: inline-block; width: 0px; overflow: hidden; line-height: 0;" class="mce_SELRES_start"></span>
Por miedo no dijo nunca nada a los doctores. En los dos últimos embarazos de Alejandra, en los que era adicta a las drogas, prefirió no informarles sobre su uso descontrolado de metanfetamina. No les dijo nada ni cuando la internaron por anemia y riesgo de aborto espontáneo, ni cuando llegó de urgencias al hospital a parir a su hija bajo los efectos del cristal, ni cuando se dio cuenta de que la bebé había nacido con , toda descompuesta, temblorosa y febril. Ni siquiera cuando vio cómo a la recién nacida se le dilataron las pupilas al amamantarla con leche que salía contaminada