Me dirijo a vosotras, a vosotras fieras llamas. Llamas que quemáis, aniquiláis, devastáis, arrasáis todo sin piedad, sin un atisbo de compasión, sin mirar atrás, sin avisar, sin preguntar. A vosotras, que simplemente hacéis aquello que mejor se os da, aquello para lo que fuisteis creadas: matar, exterminar, fulminar cualquier rastro de vida sin dudar. A vosotras, que ardéis sin límites, sin descanso, sin tregua, campando a placer por la tierra que me vio nacer. A vosotras, que dejáis la nada a vuestro paso llevándoos con vosotras recuerdos, sueños, vidas y esperanzas de la manera más impiadosa que jamás haya visto, ajenas a súplicas, carentes de clemencia. A vosotras, que nos regaláis un vasto océano de cenizas cayendo sobre nuestras cabezas lentamente, tristemente, silenciosamente, susurr
La vida en llamas

10