El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha consolidado su poder a lo largo de los años, transformando lo que alguna vez fue un movimiento revolucionario en un régimen autoritario y dinástico.
La sucesión presidencial en este país centroamericano ya no es un debate político, sino una realidad que parece tener un nombre: Rosario Murillo, la actual vicepresidenta y esposa de Ortega.
Esta transición ha estado marcada por una purga sistemática de los viejos sandinistas, aquellos compañeros de armas que una vez lucharon junto a Ortega contra la dictadura de Somoza en la Revolución Sandinista.
La maquinaria del poder en Nicaragua se ha vuelto hermética, con la familia Ortega-Murillo controlando los resortes del Estado, la economía y la vida pública.
La pareja presidencial ha tejido una red