A inicios de agosto de este año, una noticia estremeció al país: Fernando, un niño de apenas cinco años, perdió la vida a causa de una deuda de tan solo mil pesos que su madre no pudo cubrir. Un monto que para muchos podría parecer insignificante terminó desencadenando una tragedia que reveló no solo la crueldad con la que operan ciertas redes de violencia y abuso, sino también la vulnerabilidad de quienes viven atrapados en la pobreza y carecen de apoyo institucional.

Lo ocurrido con Fernando expone hasta dónde puede arrastrarnos el endeudamiento. No se trató de un fraude financiero ni de un desfalco millonario. Fue una deuda de apenas mil pesos, un préstamo que probablemente surgió de una necesidad cotidiana, de alguien sin más opciones que acudir a lo más cercano. Sin embargo, esa cant

See Full Page